Es importante que tengas claro lo que necesitas, ya sea orientación, fuerza o apoyo en un momento difícil. Termina tu oración con un sentimiento de gratitud y confianza en que Dios todopoderoso te escucha y está contigo. Puedes terminar la oración con un «amén» o una expresión de esperanza.
Por último, pasa unos momentos en silencio, reflexiona sobre tus palabras y deja que el silencio llene tu mente. Recuerda que la oración es un acto personal y sincero, y que lo que cuenta es la intención con la que la abordas.